El próximo martes se celebra el Día Mundial del Medio Ambiente. Un fecha cada vez más importante vista la urgencia que tenemos como humanidad para hacer frente a la grave degradación ambiental que nos afecta a todos. El lema que ha elegido este año la ONU para su celebración es Un planeta sin contaminación por plásticos. Un lema que hace referencia a un gravísimo problema que nos afecta fundamentalmente a los canarios por aquello de vivir rodeados de mar. Tenemos que tomar conciencia de que es un problema frente al que tenemos que actuar todos, ciudadanos, administraciones y empresas. Los primeros modificando nuestras rutinas de consumo, los segundos como promotores de leyes y normativas que controlen y eviten esta plaga del siglo XXI y las empresas enfocando su producción al modelo de Economía Circular y el Residuo Cero.
Nuestro actual sistema de consumo sigue la economía lineal: extraemos recursos de la naturaleza, los trasformamos, los usamos en algunos casos durante unos minutos y los enterramos en un vertedero o los quemamos en incineradoras como residuos, lo que constituye un derroche de recursos sin precedentes. También se vierten a la misma naturaleza esos mismos productos transformados, de tal forma que contaminan mares, aguas y aire.
Afectan de forma negativa a los animales, causando la muerte por los problemas derivados de su ingestión, y afectan de forma tóxica a la cadena alimentaria, llegando a escalas superiores, en el caso de los microplásticos a las especies de las cuales nos alimentamos los seres humanos.
Cada año se vierten más de 8 millones de toneladas de plástico a los mares, unos 200 kilos por segundo. Mueren al año también más de 1 millón de aves y 100 mil animales marinos debido al plástico.
Si no eliminamos pronto estos vertidos, será una historia con un final terrible, porque los límites del planeta son finitos, no infinitos. eso quiere decir que puede haber consecuencias irreversibles para la vida en el planeta. Ya es un problema, el de los plásticos, de consecuencias similares al cambio climático Y en la solución debemos implicarnos todos de forma tajante, administraciones, gobiernos, empresas y ciudadanos.
Los plásticos de un solo uso que constituyen la mitad de los que se encuentran en el mar, están: las botellas de bebidas (cada minuto se compran 1 millón de botellas de plástico en el mundo), bolsas de papas o envoltorios de dulces, bolsas de plástico, envases de alimentos, vasos y tapas, cubiertos, palitos mezcladores, pajitas, bastoncillos de algodón, colillas de cigarro, globos, a lo que se añade el 30% que son las artes de pesca perdidas o abandonadas.
El modelo actual de gestión de residuos también está, como el de producción y consumo, basado en la economía lineal. Tenemos muchos contenedores de envases ligeros, papel y cartón y vidrio en la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria. En algunos sitios se puede aumentar el número de contenedores o aumentar la frecuencia de recogida, porque la generación de residuos sigue aumentando, ya llegamos a las 147 mil toneladas al año, pero en algunos barrios no se pueden ubicar nuevos por la saturación urbanística que genera falta de espacio físico en la vía pública, y el aumento de frecuencia también produce aumento de las emisiones de los vehículos para la recogida y transporte, es decir, es un incremento insostenible a largo plazo. Tampoco existe más espacio en los vertederos de residuos de la isla para depositar los residuos mezclados.
Desde el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria debemos seguir trabajando para mejorar la concienciación en la reducción, reutilización y el depósito selectivo para el reciclaje, entre empresas, comercios, servicios de hostelería y restauración, porque actualmente sólo separamos un 9,32% del total de los 389 kilos de residuos urbanos que generamos cada habitante al año, es un peso de 1 kilogramo de residuos al día, 9 kilos más al año que en 2010.
Por eso estamos llevando a cabo el compromiso del gobierno municipal para implantar la recogida selectiva de la fracción orgánica en el municipio, combinando métodos como el puerta a puerta, el 5º contenedor, y la recogida a los generadores singulares que son los sectores de restauración y superficies de alimentación.
Pero hay más que hacer hacia el Residuo Cero, hay medidas posibles desde el mismo momento en que se fabrican en la economía circular los productos, y también desde el momento en que los consumidores tomamos la decisión, primero, de consumir, y luego, de qué comprar.
Hay más que hacer porque el reciclaje es el tercer paso, primero hay otros que son más importantes para lograr las soluciones.
En la primera fase, la REDUCCIÓN de residuos, previniendo la generación sustituyendo productos de 1 solo uso, rechazando productos sobre envasados o desechables (como la taza de café para llevar), bolsas de plástico, (¿sabías que una bolsa de plástico se usa una media de 12 minutos hasta que se desecha? ¿sabías que cada año en el mundo se usan 500 mil millones de bolsas?), eligiendo productos a granel, productos fabricados o cultivados cerca, de kilómetro cero, que ahorran embalajes y consumo de combustible en su transporte y además generan empleo en nuestras islas. La comercialización cercana ayuda a la soberanía alimentaria, impulsando un cambio en el modelo de la cadena alimentaria y yendo al origen del problema, y necesitan menos envases y embalajes porque no hay que conservarlos tanto tiempo desde su producción hasta el punto de consumo.
En general, teniendo un modelo de consumo crítico y responsable, haciendo preguntas sobre el origen de los productos, la forma de fabricación, el trato a los trabajadores, la justicia en su comercialización, si es saludable o qué impacto tendrá en el medioambiente.
En resumen, hay que usar las otras R: reflexionar, repensar, rechazar, reclamar…
También se reducen plásticos si REUTILIZAMOS, dar una segunda oportunidad a los objetos que ya no necesitamos, mediante la reparación de los productos, restauración de muebles, donación, intercambio, compartir el uso, venta de segunda mano. Las botellas de agua y bebidas retornables.
Sobre el RECICLAJE, la situación de baja tasa de depósito selectivo en los contenedores, se suma a la difícil reciclabilidad de muchos tipos de plástico. Estos acaban abandonados en el medioambiente, en vertederos, o alimentando los hornos de incineradoras o cementeras, y no sirven para fabricar nuevos productos.
Existe una vía que es el sistema de depósito, devolución y retorno de envases (SDDR), que puede complementar al sistema integrado de gestión con los contenedores en la calle, y que recomienda la Unión Europea en su nueva Directiva sobre plásticos, porque obliga a los estados miembros a la recogida selectiva del 90% de las botellas de un solo uso para el 2025.
Este sistema funciona ya en muchos países, mediante el pago de un depósito de unos céntimos al comprar ciertos productos envasados, que se devuelve al introducir el envase en la máquina a tal fin. Para que este sistema se pueda implantar en Canarias, el Gobierno autonómico debe hacer el diagnóstico adecuado, estudiar la viabilidad y regular su implantación, proceso que está teniendo un retraso inexplicable ante la urgencia que hay en Canarias en el modelo de gestión de residuos por la saturación de los vertederos, las bajas tasas de selectiva y sobre todo porque el modelo económico basado en el turismo es alto generador de residuos, y porque dependemos en un 90% de importaciones de productos envasados, sin haber regulación autonómica para reducir el impacto de los envases y embalajes. Asimismo, el Plan de Residuos de Canarias debe contemplar y financiar en el ámbito municipal, las medidas necesarias para mejorar los sistemas necesarios de recogida selectiva de la fracción orgánica y mejora de las alternativas en la fracción de envases ligeros.
Lo que nos debe quedar claro a todos es que la solución a este gravísimo problema está en nuestras manos, en las de los ciudadanos, los gobiernos, las administraciones y los empresarios. Tenemos que tener altitud de miras y entender que todos juntos debemos trabajar para poder tener un futuro saludable en un planeta sano.
Por Pilar Álvarez León, concejala de Sostenibilidad del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria